En una calurosa mañana de junio del año del Señor de 548, riadas de personas de toda clase y condición se agolpan en las calles de Constantinopla al paso del cortejo fúnebre de la todopoderosa emperatriz Teodora, esposa del emperador Justiniano. La lloran con auténticas congoja y devoción sobre todo las gentes de extracción humilde, pues a Teodora, hija del domador de osos del hipódromo y actriz y prostituta en su primera juventud, la consideraron siempre una de las suyas. Pero la llora sobre todo Nasica el Hispano, el eunuco más poderoso de la corte. El fiel Nasica, que la ha acompañado durante toda su azarosa vida, y que decidirá escribir de su propia pluma la verdadera historia de Teodora para conjurar las difamaciones y calumnias, y dar fe, en primera persona, de que jamás se había visto ni se volvería a ver a ver ni en el antiguo ni en el nuevo Imperio Romano una mujer tan inteligente, seductora y de tan generoso corazón, pero implacable y enérgica cuando la razón de estado lo requería. La emperatriz Teodora fue la mujer más poderosa del mundo conocido. Esta es su historia de la mano de uno de los grand