«Ella tenía ojos de mujer cuando regresé de la mar aquella mañana. Apenas había empezado a cambiar sus formas de niña el día en que dejé mi casa para ir a buscar mis sueños por el mundo. Durante los años que estuve lejos, permaneció en mi memoria la imagen de aquellos ojos infinitos, de aquellas pupilas de fuego de la primera mujer que amé cuando aún jugaba a ser un hombre.»