En la Gran Canaria de los siglos XIV y XV los Semidanes, manteniendo sus ancestrales tradiciones bereberes norteafricanas, generaron un modelo político aristocrático, de incipiente estructura estatal y con muchas connotaciones feudales, en el que la nobleza controlaba los recursos y establecía ciertas relaciones de dominio con los trasquilados. Esta sociedad jerárquica con una nobleza privilegiada controladora del territorio y con un altivo concepto del honor se blindaría con un código judicial de cruel dureza especialmente contra las mujeres y los infractores del sistema.
Finalizada la conquista castellana en 1483, los Semidanes participaron activamente en las conquistas de las islas de La Palma y de Tenerife donde obtuvieron importantes lotes de tierras, mientras que la población aborigen de las Islas sufría muy duramente los embates de la conquista, deportación y esclavización a manos de los castellanos.
A pesar de ello, y de las aportaciones exteriores, la cultura autóctona se mantuvo enraizada en las Islas, pudiéndose localizar en la actualidad a numerosos descendientes de estos Semidanes.