Su poesía, divulgada en las páginas de la revista Escorial de Madrid cuando apenas contaba 22 años, empezó por cultivar un estrofismo clásico y una gran serenidad de concepto, dentro de lo que Dámaso Alonso llamó poesía arraigada de la Primera Generación de Posguerra; influida por la obra de Miguel Hernández (en especial, por sus sonetos) destaca su primer libro Poemas del toro (1943), obra de tema táurico (que no taurino) que inauguró la colección de poesía Adonáis; el segundo es El corazón y la tierra (1946), que toma por temas principales el amor, el paisaje y el tiempo; pero con su libro Los desterrados de 1947 escribió el primer libro de poesía social y existencial de su época y entre de lleno en la poesía desarraigada; con esta obra pasa revista a todo tipo de marginados.