ISi de algo se habría de arrepentir, Miguel palmero y aquel invierno crudo y sorprendente en que cambió su vida por unos ojos negros. Fue de no habérselo sabido explicar mejor a sus hijos. Lo demás lodió siempre por bien perdido. Y es que nunca los sintió del todo suyos. Así comienza la gitanilla de Ankara, una historia que deambula por todos los callejones de la narrativa: comienza como novela de viaje, que de repente se vuelve erótica, se trasviste luego en romántica y acaba en el más puro negro. A Miguel Palmero, una oficinista anodino y sin carácter, le toca en suerte un viaje de trabajoa la ciudad de Bremen y allí, en una fiesta que le preparan los organizadores del congreso, conoce a una bailarina turca que va a darle la vuelta a su vida como a un calcetín.