Todo ello desde una manifiesta conciencia ética que incluye, en ocasiones, notas de humor e ironía. Decía Barthes que el crítico, aunque se ocupe de otros, al final acaba hablando de sí mismo. Algo parecido quisiera que fuese este libro. Que quien lo lea sepa quién y cómo soy a través de lo que pienso, de lo que opino, de lo que me inquieta y, a veces, de lo que me complace y me permite atisbar un futuro donde la esperanza sea cierta. Lo dicho.